Durante esta semana, se cumplieron 200 años de la firma del histórico Parlamento de Tapihue, realizado en enero de 1825. En un contexto de profundas tensiones entre el pueblo mapuche y el Estado chileno, este tratado, representó uno de los intentos más significativos por reconocer la soberanía mapuche y establecer una relación de respeto mutuo. Sin embargo, quedó rápidamente relegado al olvido por parte del Estado chileno. El relato histórico de Pedro Cayuqueo en Historia Secreta Mapuche desentraña los detalles de este acuerdo, así como las subsecuentes traiciones que marcaron la relación entre ambas naciones.
El Parlamento de Tapihue se llevó a cabo en la localidad cercana a Yumbel, en un momento en que las autoridades chilenas, lideradas por el Director Supremo Ramón Freire, buscaban establecer la paz con el pueblo mapuche tras años de enfrentamientos violentos. Como describe Cayuqueo, este tratado no solo implicó la presencia de importantes líderes mapuches como Francisco Mariluán, sino que también representó un reconocimiento formal de la autonomía mapuche al sur del río Biobío.
Entre los puntos más destacados del tratado estaban:
- El compromiso del Estado chileno de no intervenir en las tierras mapuches al sur del Biobío.
- La garantía de libre tránsito y comercio entre ambos territorios.
- El establecimiento de una línea divisoria clara y respetada por ambas partes.
Sin embargo, como apunta Cayuqueo, este reconocimiento oficial de la soberanía mapuche fue más un gesto estratégico que una expresión de voluntad política genuina. La historia posterior confirmó las sospechas de muchos líderes mapuches: los compromisos asumidos por el Estado chileno fueron rápidamente ignorados.
Tapihue simbolizaba una oportunidad histórica para construir una convivencia pacífica y equitativa entre el pueblo mapuche y el Estado chileno. Sin embargo, este tratado fue relegado al olvido en las décadas posteriores. En lugar de respetar los acuerdos alcanzados, el Estado chileno inició un proceso sistemático de ocupación del territorio mapuche conocido como la «Pacificacion de la Araucanía», que culminó en la usurpación de tierras y la marginación y sometimiento de la nación mapuche.
Esta tendencia ha continuado en la historia reciente. A pesar de las promesas de los sucesivos gobiernos de reconocer los derechos del pueblo mapuche, la militarización del Wallmapu se ha mantenido como una constante. Sin ir más lejos, en el actual gobierno de Gabriel Boric, que generó expectativas al provenir de una coalición de izquierda que prometía un enfoque distinto, los hechos han demostrado lo contrario. Boric se ha convertido en el presidente con más tiempo de militarización del Wallmapu desde la dictadura de Pinochet, perpetuando así una lógica de represión que contradice los ideales de justicia social que prometía.
Ahora bien, Pedro Cayuqueo también plantea una interesante comparación entre el Parlamento de Tapihue y el Tratado de Waitangi firmado en Nueva Zelanda en 1840. Ambos tratados buscaban establecer un entendimiento entre los gobiernos coloniales y los pueblos indígenas. Mientras que el Tratado de Waitangi también fue traicionado, el gobierno neozelandés inició en los años 70 un proceso de reparación y reconocimiento que ha llevado a una mayor participación política maorí y a la oficialización de su lengua.
En Chile, sin embargo, la situación sigue siendo desalentadora. Las demandas mapuches de autonomía, restitución de tierras y respeto cultural siguen siendo vistas como una amenaza en lugar de una oportunidad para construir un país más justo y diverso. El Parlamento de Tapihue, como simboliza Cayuqueo, no es solo una lección de historia olvidada, sino también un recordatorio del potencial desperdiciado de un pacto basado en la justicia y el respeto mutuo.
El Parlamento de Tapihue representa uno de los momentos más importantes y, al mismo tiempo, más traicionados en la historia de las relaciones entre el pueblo mapuche y el Estado chileno. A través de este tratado muchas veces olvidado, se vislumbró la posibilidad de un país donde la diversidad y el respeto fueran pilares fundamentales. Además de ser un antecedente concreto de reconocimiento por parte de Chile hacia el Wallmapu como un país distinto. Sin embargo, el proyecto unitario y elitista que se consolidó tras el triunfo de los conservadores en la Batalla de Lircay, tiró por la borda cualquier tipo de reconocimiento y abrió las puertas para la invasión al territorio mapuche.
El gobierno de Gabriel Boric, que prometía abrir un nuevo camino, ha caído en las mismas prácticas que criticaba, perpetuando la violencia estatal y el despojo territorial. La militarización del Wallmapu, lejos de resolver los conflictos, ha profundizado la desconfianza y el resentimiento.
Recordar el Parlamento de Tapihue no es solo un acto de memoria histórica, sino también un llamado a reflexionar sobre el Chile que queremos construir. Aprender de los errores del pasado y mirar hacia ejemplos internacionales como Nueva Zelanda podría abrir caminos para una relación más justa y respetuosa con el pueblo mapuche. Al final, el futuro de Chile está íntimamente ligado a la capacidad de reconocer y reparar las deudas históricas que nos siguen persiguiendo.
Cuánta falta hace que en los colegios se enseñe o informe esta parte importante de la historia, la ignorancia nos hace cómplices de los errores y decisiones en nuestro Chile.
Gracias por informar
me pregunto si la diferencia entre nueva Zelandia y el sur de chile tendría algo que ver con el exilio de la Virgen Roja Louise Michel por esas tierras que les hizo llegar de primera fuente los beneficios de las revoluciones a los Indígenas de esas islas y a sus colonos, un abrazo compañero